17 octubre 2005

El beso

No saben muy bien cómo pasó. Pero están acostados, cara a cara, con un abismo de interminables veinte centímetros entre sus rostros. La luna solo la favorece a ella. Devela sus perfectas mejillas, las tiñe de un azul nocturno.
Él es las tinieblas. Una sombra recortada.
Lo único que se siente en la habitación, más allá de la música, es el terror que produce el movimiento.
Él y ella son un mismo miedo. Aunque incomunicados discursivamente, el silencio y la falta de palabras que inundan el aire se encargan de llenar la atmósfera de indecisión.
¿La besaré?
¿Me besará?
No lo haré nunca.
No lo hará nunca.
Pero como lo desearía.
Pero como lo desearía.

Algún titiritero divino movió los cables apropiados de sus brazos, y él, como una marioneta llevó la mano de ella hacia su pecho.
El corazón se sentía como si el torso fuese de papel, como si en él solo hubiese corazón y nada más.
El titiritero no se conformó. De todas maneras, tampoco ellos estaban conformes.

Movió dos cables más, y al compás de la música bailaron las narices, jugaron las narices.
Él ahora lo recuerda bien. Por momentos sentía la respiración de su compañera como una cascada interminable de aire.
Ella se dejaba sentir, se hundía en expectaciones y deseos inefables.
Cosechaban sendos aromas, nada de perfumes, solo la piel del otro, solo su respiración cargada de miedos y pasión.

Tembló su cuello un poco al mover la cabeza hacia ella.

Fue un instante de frescura. Como la brisa que llega furtiva a un cuarto vacío. Como la ráfaga que vuela las hojas del otoño. Como el primer soplo de vida de un recién nacido.

Él no recuerda sensaciones tan buenas como lo es sentir los labios de su amada respondiendo el beso.
Ella se asesina en nuevos pensamientos y temores. No sabe cómo reaccionará su vida ante lo que acaba de pasar.

Pero mientras se difuminan estos pensamientos ajenos al beso, las manos ya se posan sobre los cabellos de los enamorados, los cuerpos se aproximan, el aliento se encandece y los ojos se cierran.

---

Ahora puedo aseverar que esto es Literatura... Literatura, y nada más.

3 comentarios:

Huan dijo...

El más sepulcral de los silencios.

Ferdinand Mortnais dijo...

hey, borraste comments?

y uno que se esfuerza...no hay derecho, no, no hay derecho...

Huan dijo...

che... eso que escribiste dista de ser un silencio sepulcral.