17 mayo 2006

La correspondencia del Asesino

El vacío se llena con cualquier cosa. Literalmente.
De esta manera, lleno el vacío de este blog con una correspondencia que escribí hoy. Se van a encontrar con refenrecias externas al texto, pero creo que se puede seguir bastante bien la idea sin la necesidad de explicar tediosamente quién es Funes, qué cuadro nos mostró, o de qué conversación se deriva esta carta.

Los entrego ahora a mí mismo:

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Me pareció interesante e inacabado lo que estábamos hablando hoy a la tarde, así que me puse a escribir un poco al respecto. A continuación, siguen las líneas se derivan la conversación.

Particularmente me refiero a una cita que decía algo así como “tengo amigos negros pero tienen el alma blanca”. En base a este comentario recordé la letra de una canción tradicional de Jazz llamada “Black and Blue”, donde el narrador explica sus pesares por ser aislado del grupo debido a su color de piel. Lo particular de esta canción, es que el narrador, si bien se queja de una discriminación hacia su persona, la encara, no desvalorizándola o mostrando su poco peso argumentativo, sino con el deseo de pertenecer al lado favorecido por el régimen discriminatorio. Para trabajar sobre un terreno más sólido, pego la canción:


(What Did I Do To Be So) Black and Blue
Words by Andy Razaf and Music by Thomas "Fats" Waller and Harry Brooks
Copyright ©1929 Santly Brothers, Inc. and renewed by Chappell & Co., Inc.

Verse: Out in the street, shufflin' feet,
Couples passin' two by two,
While here am I, left high and dry,
Black, and 'cause I'm black I'm blue.
Browns and yellers, all have fellers,
Gentlemen prefer them light,
Wish I could fade, can't make the grade,
Nothing but dark days in sight:

Chous 1: Cold, empty bed, Springs hard as lead,
Pains in my head, Feel like old Ned.
What did I do, to be so Black And Blue?
No joys for me, No company,
Even the mouse ran from my house,
All my life through, I've been so Black And Blue.

I'm white inside, It don't help my case
'Cause I can't hide, what is on my face, oh!
I'm so forlorn, Life's just a thorn,
My heart is torn, Why was I born?
What did I do, to be so Black And Blue?

'Cause you're black, Folks think you lack
They laugh at you, And scorn you too,
What did I do, to be so Black And Blue?
When you are near, they laugh and sneer,
Set you aside and you're denied,
What did I do, to be so Black And Blue?

How sad I am, each day I feel worse,
My mark of Ham seems to be a curse!
How will it end? Ain't got a friend,
My only sin Is my skin.
What did I do, to be so Black And Blue?


En base a esto hice referencia esta misma tarde a la última clase de Funes, donde nos hablaba sobre los recursos discursivos como condicionantes de las producciones orales y escritas de todo sector.

La letra de esta canción intenta oponerse a una actitud de discriminación, pero finalmente termina siendo tan partidaria de ella como el más recalcitrante redneck sureño.

¿Y a qué se debe esto? Precisamente a la falta de un discurso propio de los sectores marginados, y a la obligatoriedad del apego al discurso establecido por los sectores dominantes. Construir un discurso que rompa con eso es para mi la revolución en su estado más puro. Claro que esa ruptura nunca se de de pleno. Nunca se da puramente. Siempre se opera progresivamente, arrastrando vestigios de los anterior. Pero esto es formalismo ruso de medio pelo, así que pasemos a otra cosa.

El cambio discursivo que da nuevas herramientas a los sectores marginados por el color de piel en el caso puntual de Estados Unidos, podría presentarse con la aparición del rap, o de las tribus culturales que resalta sus orígenes en los ghettos.

Ya el discurso deja de ser “ser bueno es ser como el otro”, a “ser bueno es ser como yo”, y generalmente se acompaña a esto de “ser malo es ser como el otro”. Pero no por esto las bases entre dominados y dominantes se modifican. Nada más lejos.

Por lo que puedo ver desde el afuera, gracias a la música, los programas de TV que bajo, y demás cosas, el discurso traído por el rap es un discurso a la defensiva, que utiliza lo ofensivo como escudo. Y es que este resaltar las diferencias sociales que supone ser blanco o negro, o latino, o hindú, o lo que sea, no hace más que fortalecer al sector que en determinado momento maneja el poder.

Si yo como integrante de determinada minoría me delimito como tal, oponiéndome a un grupo de poder, y busco diferencias raciales, o de orígenes, sea zonales, o de sangre, o de lo que sea, yo mismo estoy afianzando una diferenciación que nunca va a poder ser borrada. Así, detrás del nacionalismo, o de la lucha por el respeto de determinada raza o religión, o minoría, hay un fortalecimiento del sistema discriminatorio.

Yo nunca, jamás en mi vida voy a respetar a alguien por ser negro. O por ser judío. O por ser extranjero. Jamás. Creo yo, que lo voy a respetar por el simple hecho de ser. O por lo menos es lo que me gustaría creer que creo.

Pero en esto se abre otra problemática. Y es la del respeto al fascista. Y esta es una gran duda que me pesa, creeme. Yo, en mis bases me opongo a la violencia. Pero esto no deja de ser un pensamiento que violenta contra aquellos que no se oponen a la violencia. Este naturaleza combativa de todo pensamiento político es lo que me lleva a ver una imposibilidad de paz entre la gente.

Para eliminar estas diferencias, se me ocurren varias posibilidades.

Una sería crear una sociedad de genios. Una sociedad donde todos sepamos todo, y no haya dudas, y por lo tanto no haya polémicas.

Otra posibilidad sería crear una sociedad de estúpidos. Donde nadie esté seguro absolutamente de nada. Ni siquiera de su imposibilidad de saber algo. Donde toda efusión verbal esté 100% libre de intento de ser considerada verdadera. Una sociedad absurda, en otras palabras.

Ninguna otra sociedad se me presenta como posible sin conflictos.

Una tercera opción se abre en la búsqueda de la desaparición de los conflictos, y es la destrucción espontánea y sincronizada de la humanidad.

Pero las tres opciones que presento son extremas y utópicas (en el sentido del ou topos griego, la ausencia de lugar, puesto que en ninguna de estas sociedades habría una entidad subjetiva como la conocemos, que pudiera apreciar un lugar. Seríamos dioses, u hojas al viento, o cenizas esparcidas.)

Lo que nos queda, viviendo alejados en lo que creo que es un punto equidistante entre las dos primeras opciones, y progresivamente cercano a la tercera, es el conformismo. No hablo de un puro conformismo. Seguramente nos vamos a quejar de las desigualdades, de las injusticias, de los crímenes, etc. Pero eventualmente nos vamos acostumbrando. Acá volvemos al viejo amigo, el formalismo.

Esta sociedad no logra soluciones, logra acuerdos. Y es que una sociedad democrática no puede hacer otra cosa. Está hecha para eso, y es una tarea que (en el supuesto y fantasioso funcionamiento correcto del sistema) se realiza perfectamente según sus normas. En un acuerdo, sin embargo, hay una degradación de los objetivos de las partes participantes. Uno nunca se sale completamente con la suya, pero se conforma sabiendo que el otro tampoco se realizó totalmente.

Es un sistema en donde el que no se conforma, desaparece. Porque no tiene cabida este sistema para el disconforme. Nada puede hacerse, en teoría, sin acuerdo, y ningún acuerdo se puede realizar, como ya dije, sin la conformación de las partes. Un sujeto, o un sector puede patalear, quejarse, llorar y todo lo que quiera. Pero a menos que se acuerde con el sistema, este mismo no puede procesar a dicho sujeto, o a dicho sector.

Los casos que aparentan ser extremos o diferentes, resultan no serlo a fin de cuentas. El suicida, acuerda con el sistema su cese de actividades. Lo acuerda en la manera en que se quita la vida, con los elementos, con el lugar escogido, con las consecuencias de sus actos.

Esta imposibilidad de salirse de los términos que aporta el sistema es la misma con la que se topa el narrador de la canción que pegué arriba. O con la que se encontró el autor del cuadro que nos mostró Funes.

Y esa imposibilidad probablemente nos acompañe hasta el último de nuestros días, cuando finalmente creo que va a pasar algo nuevo. (ya sea una existencia posterior, o una no existencia… aunque quizás la no-existencia ya esté manifiesta… vaya uno a saber… por ahí la existencia es una posibilidad, algo latente. Como este paréntesis final, que bien puede leerse o no. Yo recomendaría lo segundo.)