Vengo a coronar esta trilogía de post sobre el amor y su esencia, con una especie de patada al tablero sobre el que estábamos discutiendo. ¿De qué se trata esta patada? Veamos.
Dije yo anteriormente que los sujetos se van sucediendo a sí mismos, que nuestros dobles nos deponen y son depuestos por sus propios dobles. Y en este juego de reyes caídos, lo único que se mantenía constante en una relación amorosa era (redundantemente hablando) el amor.
Este amor, que parece inamovible, que opera en base a las apreciaciones de los sujetos a sus impulsos, pero que a su vez los excede, dicta amar a algo que está más allá de la unidad finita que conforma su pareja.
Más o menos eso dije.
Pero este amor… este sentimiento que supera al individuo, ¿de donde llega? Bueno, acá tendría que tirar mi salvavidas virtual y pedirle una ayuda a don Ferdinand, o al olvidado Blunderbuss, que tan despreciadas tiene estas tierras. Estos dos muchachos estudian sociología, y de su saber necesitaría aferrarme para seguir adelante con el post.
Pero como ninguno de los dos deambula por mi MSN a estas horas, me las voy a tener que ver solo con mi ignorancia, equivocarme, dejar cosas incompletas, que serán rectificadas en la parte de comentarios por algún buen aspirante a sociólogo.
Prosigo.
He pensado en esta constante amorosa como algo metafísico. Algo que se compara con los dioses de la antigüedad. Nadie dudaba de Zeus, por más que este nunca se manifestara de manera directa, sino mediante sus rayos, por ejemplo. Nadie duda hoy del amor, por más que este no sea un bloque definido y exacto… Se sienten determinadas cosas no muy precisas, se desea, se tiene, no se tiene o se pierde… y eso es lo que llamamos amor.
De esta manera, remarco el aspecto mítico del amor. Y para asegurarme de que comprendan cómo veo yo a esto llamado “mito”, les copio una cita un tanto recortada y emparchada, elidida por partes, en pos de la brevedad del post:
“…los mitos no son historias que se relaten por la historia misma: son historias que dan cuenta de ciertas características de la sociedad a la cual pertenecen (…) tales mitos no se comprenden fuera del cuadro cultural.
(...)
Generalmente el mito es considerado como dado, como dictado por una divinidad o como remontándose a una lejana antigüedad prehistórica. (…) La función del mito consiste entonces en racionalizar el status quo: el mito explica no solamente por qué actuamos de determinada manera, sino también por qué debemos seguir actuando así. (…) Cuanto con mayor seriedad es recibida una mitología, mayor es la relevancia de esa mitología como fuerza conservadora, como freno con relación a los cambios sociales.”
Frye N. "Littérature et mythe"
Bueno, entonces, el mito está ligado a la cultura. Se impone, pero sin verlo. Se oculta manifestándose… es una de esas maravillas discursivas que usamos constantemente sin saber que son, y sin darnos cuenta de ese no-saber. Es parte de nuestra manera de ver el mundo. No podríamos imaginarlo sin amor. Podríamos imaginar un mundo lleno de odio, pero el odio es la cara negativa del amor… es su espejo, así que seguimos imaginándolo bajo la sombra del concepto amor.
Lo mismo sucede con la libertad.
Cada vez que sufro un desengaño digo “el amor es una invención burguesa”, tratando de convencerme de algo que no se bien que es. En el caso de la libertad, se ve más claro el sentido de invención burguesa. La libertad como la conocemos, no existió hasta hace relativamente poco. En la edad media, por ejemplo, un siervo no pensaba en la libertad como un ideal al que se podía aspirar, o al que siquiera tuviese que aspirar. El rol de siervo era el que le había dado Dios, y él lo acataba.
Así como hoy en día la sociedad nos dicta ser “libres” y nosotros acatamos.
Esas son las órdenes, las definiciones que llevamos adosadas continuamente, que damos por valores universales.
Nada más lejos.
Entonces, volviendo al amor. Si carácter mítico y dependiente de la cultura contemporánea, nos revela que no existe algo trascendente que nos atraviese a los hombres universalmente y que nos haga sentir super-especiales. Por lo menos, no a priori, no trascendentalmente, como ya dije.
¿Queda algo que decir al respecto del amor? Seguro, pero sería demasiado mundano… todo lo que pueda decir yo al respecto de este tema sería deducciones simples de estos párrafos que escribí y copié arriba, así que les dejo sacar sus propias conclusiones, si es que quedan conclusiones por sacar.