23 septiembre 2005

La paradoja del narcisista

Hace unos días (ya no recuerdo cuántos) estaba en la casa de un amigo hablando de nada. Entre esos diálogos hijos puros de la amistad, que no tienen otro objetivo que el de sostener el eco de las voces queridas, se escuchó la siguiente frase de mi autoría:
- Estoy enamorado de mí mismo... pero no me animo a decírmelo.
- Ah, sos el rey de los dormidos.
- Exactamente.

Así de inocente como suenan estas palabras, las dejé tiradas por algún rincón de mi cabeza sin darle mayor importancia.
Al día siguiente, o a los dos días de este suceso, mientras me dispersaba delante de algún apunte de la facultad, volví sobre mis palabras y medité sobre ellas, creando esta paradoja. No es la gran cosa, pero por lo menos sirve como asesina del silencio que se ha apoderado de este blog.

Yo concuerdo altamente con todo aquel que odia a los narcisistas. Es más, tanto concuerdo con quienes adoptan esta actitud ante el narcisismo, que desarrollo un amor hacia ellos.

Lista la paradoja, si no la vieron, intenten un poquito más.

Si todavía no la ven, lean las líneas de abajo.

Simplificando el asunto.
Odio a los narcisistas.
Amo a quien odia a los narcisistas.
Me amo.
Soy narcisista.
Me odio por narcisista.
Me amo por odiar a los narcisistas.
Me odio por narcisista.
Me amo por odiar a los narcisistas.
Me odio por narcisista.
Me amo por odiar a los narcisistas.

Y así hasta que reviente de un ataque de imbecilidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

es como el cuento de la buena pipa...pero más mocho....
maldito ego!

henry dijo...

Pero anda a hacerte la paja y dejate de pelotudeces

Huan dijo...

A la orden, mi sargento !

Huan dijo...

toda generalización generalmente es errónea.

Mi llegada al mundo de las paradojas vino de la mano del canal cablín.