28 junio 2005

De cómo aniquilamos a nuestros pretéritos yos

Revolviendo entre carpetas viejas y cuentos que nunca terminé de revisar llegué a la magra conclusión de que el 99% de las palabras que cayeron de mis dedos al papel fueron pedorradas. Esto no me deprime tanto como podría pensarse. Me imagino que todo aquel que hace de la escritura un pasatiempo se encuentra en una situación como la mía. Imagínense que si un tipo como Borges nunca daba por terminados sus poemas y les veía defectos, yo que soy un nimio de 3ª no puedo mirar a la cara a un cuento mío sin sentir ganas de vomitar.
Pero bueno, como les decía, estuve revolviendo archivos, y encontré unas líneas que sí me gustaron. Es algo un tanto descolgado, no es un cuento, no es un poema… bueno, quizás si sea un poema, pero sin rima ni versos… llamémosle “pensamientos” y démonos por conformes.
Noto con algo de sorpresa que repito aquí el título de uno de los poemas que posteé ayer… mera coincidencia… creo…
Sea como sea, ahí sale con fritas... sufran:

Por las noches.
Esta es una de esas noches en las que uno pasa horas delante del cenicero... templando el vidrio con el calor de los dedos. Una de esas noches en que el cigarrillo está encendido solo para hacernos compañía con su luz, que con sus destellos aleatorios llena los espacios que el jazz deja vacíos.
Esta es una de esas noches en las que todo parece tranquilo, pero en el interior nuestras ideas se matan las unas a las otras. Arrepentimientos, especulaciones, discursos ensayados, todas estas cosas confluyen al compás de la música.
Aquí es donde se crean universos paralelos. Universos donde uno se atreve a decir lo que no dijo, universos donde uno es mejor, o donde los otros son peores. Universos donde la única óptica válida es la nuestra, y el subjetivismo se borra de nuestros labios.
Y uno quisiera no irse más de ese paraje, esa tranquilidad que dan estos divagues de medianoche, pero algo, cualquier cosa... un solo de trompeta, una ceniza que se vuela con nuestra respiración nos arroja la soledad a la cara. Y ya no se sabe si las lágrimas son por la soledad, por los recuerdos, por las frustraciones o por el jazz.
De todas maneras no importa, desde el momento en que me senté a consumir la música escuchando el crujir del cigarrillo quemándose, supe que esto era solo un lapsus... una pausa que debía terminar. Para así dejar el paso libre a nuevas frustraciones, a nuevos dolores que tendrán que aflorar, y me harán detener la marcha nuevamente... escucharé algo de jazz, y pasaré a mi papel de creador de universos

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me parece muy bueno...en serio!!!! sabes que me gusta lo que escribis.....basta de autocritica!!!!!!!!

Huan dijo...

usted es una chica muy dulce...
algun día me divorciaré de alguna mujer como vos...

the_blunderbuss dijo...

Larga la deuda por este comentario, o en todo caso morosa, o quizá acuciante. La indecisión viene por dudar de lo mensurable de la deuda (en contraposición de lo mensurable del interés), y siguendo la misma línea de la inseguridad de haber o no robado un adjetivo como "moroso" de otros que mejor lo merecen.

Sin embargo procedemos...

Hace unos días, el martes si mal no recuerdo, comenzaba lo que sería un intento infructuoso de comentario. En ese momento recordaba este pequeño escrito, cual hubiera visto por ves primera en la pantalla de un programa de mensajería instantánea. Me inquietaba entonces, como lo hace ahora, el uso de ese espacio común que tenemos para jugar con nuestros juguetes, refiriéndome en este caso a la figura de un fumador. Está claro que tendría una importancia trivial si "de hecho" (siempre comillas usemos con frases como esta muchachos, y muchachas) tiene alguna relevancia esa relación erótica con el cigarrillo; aquí lo importante es que "lo que es" estará por verse dentro del acopio de aquellos que "dicen que esto es lo que es". Sin embargo, me distraigo de mi punto.

Lo que me interesaba, es que esta relación entre el fumador, su cigarro (o cigarrillo, obviemos "fasitos" por ahora) junto al cenicero...una relación que despliega lo visceral de una muerte placentera (hablo de la muerte del cigarrillo señores), un proceso tan finito, tan irremediablemente finito (con tal de mencionar que apresurados buscamos la tumba antes de quemar al condenado)...sea recubierto de un erotismo tan envolvente (y quisiera recordar que hablo de erotismo, en el sentido que podría usarse para las relaciones cercanas, familiares, de amistad, románticas, etc).

Ante todo uno podría imaginarse que desde la pira del sacrificio el cigarrillo podría estar muy en desacuerdo con que digamos que sus últimas luces de vitalidad, o su cuerpo volatilizado, constituyen nuestra companía, nuestros complices (vieron cuántas comas?). Estoy seguro que si las posiciones fueran diferentes, todos lanzaríamos gustosos, multitud de improperios.

Claro, que quizá haya dimensiones del masoquismo sólo accesibles para tan viscosas criaturas.

Anónimo dijo...

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