Hace unos días una recomendación telefónica me acercó a un cuento de Gogol llamado “La nariz”.
Muy buen cuento, muy gracioso… pero no es acerca de esto que quiero hablarles.
Para poder introducir mejor la problemática con la que me topé al leer este cuento tengo que remontarme a los últimos años de mi secundario, cuando comencé a planear mi primera novela (proyecto que evidente y afortunadamente fracasó).
El nombre de esta novela sería “El dedo”. La idea era bastante simple. Cierto día, un personaje gris llamado Juan Equis (buen nombre, lo podría usar para otro cuento) despertaba luego de una noche de borrachera, y luego de un repetido y automatizado altercado con su esposa, descubría que faltaba el dedo meñique de su pie derecho.
En base a esto, surgía el desconcierto, aumentado por la extrañeza de la herida… tal liso como si nunca hubiese tenido un dedo en aquel lugar.
Aquí la historia adquiría tinte novelesco, y el personaje recorría varios lugares, tratando de llenar el espacio de su dedo, fracasando en este aspecto, pero tiñendo su existencia gris de cierto colorido.
El final llegaría eventualmente con la inercia de la escritura misma.
Ok, la historia no es particularmente buena, pero tenía diecisiete años, y había leído mayormente clásicos antiguos y medievales. Tenía ganas de hacer algo nuevo.
Algo que nunca hubiese leído.
Y esta idea del hombre gris que pierde una parte de sí, y que luego de una serie de tropelías lograba redefinirse como un personaje con diversos matices, lejos del grsi de la sociedad contemporánea, me pareció muy atractiva.
Lean “La nariz” de Gogol y luego el párrafo que acabo de escribir, y tendrán un muy certera sinopsis de dicho cuento.
La similitud con ese boceto de novela que escribí sin registrar siquiera el nombre de Gogol, y habiendo rozado las letras eslavas gracias a Dostoievsky con una lectura muy superficial de “Crimen y Castigo” que buscaba más prestigio ante mis semejantes, que placer en la lectura misma.
Pero imagínense mi sorpresa cuando encontré las siguientes líneas:
“¿Se figura usted, en efecto, mi situación sin esa parte tan importante del cuerpo? No se trata de cualquier dedo meñique de un pie izquierdo, que va dentro de un zapato.”
¿Coincidencia? No tiendo a aceptar ese tipo de simplificaciones. Para mí en lo que la gente llama “coincidencias” hay una falta de premisas para el cálculo lógico necesario para comprender el hecho.
La influencia llegó, pero hay que ver por donde.
Un teórico llamado Bajtín diría que nos llegan las influencias en cada palabra, cada sílaba, cada fonema. Cuando uno aprende un lenguaje, no lo aprende de un diccionario, no lo aprende solo en un aula, no lo aprende leyendo un libro específico.
Uno aprende un lenguaje a partir de la totalidad de enunciados que se nos presentan. Y esos enunciados están conformados por otras totalidades que se le presentaron a otros sujetos. Y de esta manera se interconectan los enunciados pasados y presentes, que fermentarán en los futuros.
De esta manera yo, con ninguna lectura directa de Gogol tomé una idea que había sido escrita por él ciento sesenta y siete años antes.
Pero a su vez, no se debe ver en Gogol la figura de un genio que trajo esta idea al campo de las lenguas. También él tomó esto de la cadena de enunciados de la que habló Bajtín.
¿A qué conclusión llego con esto?
Según lo leído y estudiado estos años, confieso creer que todo lo que fue, es y va a ser escrito pudo ser deducido de la primera emisión, el primer desplazamiento de significantes, el primer acto de humanidad.
Cualquier libro, la novela más voluminosa, el más ingenioso anuncio publicitario sobre un teléfono celular, el post más aburrido sobre la imposibilidad de crear algo nuevo con el lenguaje. Todo eso fue predecible desde un comienzo.
Volviendo sobre lo dicho, es solo cuestión de tener las premisas suficientes para llegar a estas predicciones. Esa posesión lógica es lo que define a Dios.
Y el despojo de esta posesión es lo que nos hiere de muerte y nos mantiene en indefinida agonía a los amantes de la literatura.
13 diciembre 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
6 comentarios:
Che, ¿no fue medio elitista y pedante el final del post?
¿No lo fue el post entero?
¿No hubiese sido preferible permanecer en silencio?
Imagínense que este blog está cerrado.
Cualquier cosa que aparente ser un post tendrá el equivalente semántico a esos simbolitos raros que salen impresos cuando se rompe la impresora, justo cuando hay que entregar la monográfia/parcial/lo que sea.
Increible la conicidencia....pero es solo eso Juan... asi como se da en la literatura se da en cada aspecto de la vida, no es una expicasion simplista...no todo en la vida se rige por la logica,lamentablemente y a la vez por suerte....seria aburrido y triste pensar que todo esta dicho y escrito y que no podemos cambiar las cosas...
Me colgue...basta
No lo puedo evitar...malditos genes comunistas!!!
Soy idealista :(
Dicen algunos por ahi que todo lo que se ha escrito en la literatura occidental toma como matriz a La Ilíada o a La Odisea, que en esas dos obras se cifra toda ficción posible. Yo como no leí nada de eso, me cayo la boca.
Que todo esté dicho es lo único bueno de la literatura. Leer y escribir no son más que actos identificatorios.
Tenés que escribir ese cuento (o novela, yo lo veo más para cuento)ahora que encontraste esa cita. Es un buen signo.
Pucha, cuando leo algo así, sé que debo tener citas a manos y citar a gente de dónde tengo las referencias, pero mi memoria es tan mala...
Con respecto a eso que dice Ferdinand. Incluso hay un verso (no sé si en la Íliada o La odisea), que Dios le da desgracias a los hombres para que tengan qué cantar.
Pero tendríamos que empezar a hablar de causalidades, de ciencias, de teorías del universo, de átomos...y para eso tengo finales... :(
No me pareció pedante el final. Un poco, pero no tanto.
Pensaba en esa crítica que le hacía Trotsky al formalismo ruso acerca de la posibilidad de escribir algo realmente original.
What a great site Hair products facial acne Hayes dental insurance boss evista fix blast zip Toys r us and usa rabbit sex toy
Publicar un comentario