A una transeúnte (Charles Baudelaire)
La calle aturdidora en torno de mí aullaba.
Alta, fina, de luto, dolor majestuoso,
una mujer pasó, que con gesto fastuoso,
recogía las blondas que su andar balanceaba.
Ágil y noble, con esa pierna de escultura.
Por mi parte bebí, como loco crispado,
en su pupila, cielo del huracán preñado,
placer mortal y a un tiempo fascinante dulzura.
Un relámpago... ¡y noche! Fugitiva beldad
cuya mirada me ha hecho de golpe renacer,
¿no he de volver a verte sino en la eternidad?
¡Lejos de aquí! ¡O muy tarde! ¡O jamás ha de ser!
Pues dónde voy no sabes, yo ignoro a dónde huíste,
¡tú, a quién yo hubiera amado, tú, que lo comprendiste!
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Ojalá te hubiese pedido tu teléfono, o tu mail, o tu nombre, o tu voz, siquiera.
04 noviembre 2005
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4 comentarios:
definitivamente es el bendito 55!
¿Qué sería de nosotros sin él?
Seríamos unos provincianos incomunicados...
ah, la felicidad de vivir en una comuna aimish.
odio el 55
Hoy, después de haber pasado unas aproximadas 4 horas ( 1/6 del día ) arriba del 55, le aseguro que comparto sus sentimientos...
... pero por otro lado, me trajo a mi hogar... no puedo enojarme con él...
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