09 octubre 2006
11 septiembre 2006
Últimamente
“Se torturaba buscando el medio de declarársele y, siempre vacilante entre el temor de disgustarla y la vergüenza de ser tan pusilánime, lloraba de desánimo y de deseo. Después tomaba decisiones enérgicas; escribía cartas que rompía, se daba a sí mismo plazos que luego retrasaba. A menudo se ponía en marcha, con la idea de atreverse a todo; pero esta resolución le abandonaba muy pronto en presencia de Emma…”
Gustave Flaubert, Madame Bovary
“… su tez es de un blanco traslúcido, su nariz un poco aguileña, sus ojos tienen la negrura del ébano y… ¡son tan fogosos!... ¡Ah!, amigo mío, es imposible no sentirse atraída por esos ojos… No puedes llegar a imaginar cuántas locuras me han hecho cometer… Si vieras las cejas más bonitas que los coronan… ¡los párpados tan interesantes que los bordean!... Su boca es muy pequeña, sus dientes soberbios, ¡y toda ella exhala tanta frescura!”
Marqués de Sade, Filosofías en el tocador
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La realidad imita a la literatura. La literatura imita a la realidad. La realidad se imita a sí misma. La literatura se imita a sí misma.
El universo sufre de una crisis de identidad.
01 septiembre 2006
19 agosto 2006
La carrera de Letras
yo te paso otra, pero no es mía
Britney ShakeSpears says:
a vergelen
Faithless, The Wonder Boy says:
cada vez que considero
que tu amor es tan ingrato
me meto un dedo en el orto
y lo dejo estar un rato
Britney ShakeSpears says:
!!!!!!
aah hermosa hermosa
representa la angustia del hombre existencial
Faithless, The Wonder Boy says:
eh..... seguro
Faithless, The Wonder Boy says:
y esta otra:
Faithless, The Wonder Boy says:
¿por qué cortaste esa rosa?
¿por qué cortaste esa rosa,
que mi madre tan dulcemente cultivó?
¿por qué cortaste esa rosa?
la puta que te parió
Faithless, The Wonder Boy says:
lírica tangalangesca
Britney ShakeSpears says:
ojojo
encima la madre
Faithless, The Wonder Boy says:
sí
el edipo
la pulsión
el debate entre la separación del hombre y el niño
entre la razón y la fuerza de la carne
el conflicto de clases reflejado en quien despoja y quien es despojado
y la respuesta revolucionaria de quien sufre la pérdida
08 agosto 2006
I'm going to sleep*
Que la vida sea un sueño, es una temática abarcada por una cantidad ingente de autores y personajes. Hoy voy a ser uno más de ese montón.
Hay momentos en los que parece una pesadilla, aunque debo confesar que son muy pocos. En este caso, mis quejas oníricas son muy injustificadas. Pero hay situaciones que a mi gusto resultan peores que las pesadillas. Me refiero a ese limbo incierto en el que no sabemos si estamos despiertos o no (viviendo o no), esos momentos donde no sabemos si queremos dejar de dormir, o empezar a soñar. A ambos lados de esta zona vaga se puede permanecer en relativa calma. Pero se hace imposible fijar los pies al suelo mientras se permanece en esta incertidumbre.
Yo no soy de soñar mucho. Hay quienes dicen que uno siempre sueña, por más que uno no lo recuerde. El árbol que cae en un bosque donde nadie lo oye.
Yo no soy de soñar (es decir, de vivir) mucho, pero cuando sueño, me puedo dar el lujo de degustar profundamente ese paseo alucinado. Es una ventaja que poseo por sobre aquellos que sueñan todos los días.
Hay situaciones, y esto es un cliché que no intenta ser disimulado, que no parecen reales, parecen un sueño. Situaciones que son demasiado buenas para ser verdad. Y ante esta disrupción entre lo real y los onírico, se plantea la duda de tienen la misma valencia una sensación material y una sensación imaginaria.
Matrix, sin ir más lejos.
El caso es que para mantener las cosas en un cierto orden que no se sabe muy bien qué pautas respeta, se suele intentar separar a lo verídico de lo ilusorio. Se intenta balancear los acontecimientos a un lado o al otro del limbo del que escribí hace unas líneas.
Uno duda de la realidad de la situación, y pide un pellizco para comprobar que uno no está realmente soñando. Se intenta ordenar las cosas: basta de incertidumbre, la vida es vida, y los sueños son sueños. Y la herramienta patentada para dilucidar estas divisiones es el pellizco.
Y pasaron cosas lindas últimamente. Cosas que merecen haber sido soñadas.
Así que me veo en el tradicional deber de aplicarme un pellizco para ver si son verdad o mentira.
Curso tres materias gordas en la facultad y retomé el estudio del último año de inglés. Eso es un pellizco muy grande, por lo menos para mí.
Hay que ver ahora si todo lo hermoso que pasó fue real, o si fue todo una socarronería del viejo Morfeo.
PD: hoy me voy a dormir temprano, lo que implica que no voy a gozar de esas cosas tan lindas que parecen sueños.
31 julio 2006
30 julio 2006
Después del secundario I
Agustín, Sebastián, Federico, Daniel, Matías, Iván, Diego Rodríguez y Diego Gallardo.
A algunos los seguí viendo, esa es la parte aburrida del asunto. Lo divertido viene con los que no vi más, con aquellos de los que perdí el rastro. Sobre ellos va a tratar este post, que pretende ser el primero de un grupo de posts (por lo menos tres) que narren las historias de estos muchachos.
Agustín: Las cosas fueron raras en un comienzo. Ser católico le asegura a uno cierto suelo sólido sobre el cual moverse en el día a día. Hay una entidad superior que nos vigila, hay entidades menores a las cuales se les puede pedir protección y consejo. Tiene su onda.
Además, se conoce mucha gente por medio de la religión. Agustín, por ejemplo, conoció a esta chica Agustina (casualidad cósmica, o paja creativa) en uno de sus retiros espirituales. Una chica interesante.
El comienzo de la historia es particularmente llamativo, porque ella estaba en este retiro completando un voto de silencio.
Estas cosas de los retiros espirituales es media rara. Las autoridades son bastante receptivas a la hora de congregar participantes de estos eventos. Uno se presenta a la iglesia que está ofreciendo el retiro (generalmente es un viaje de un par de días a un lugar rural), y ahí mismo te anotan, te dan la lista de cosas que tenés que llevar, y te informan de los horarios de salida, y de regreso. Es un plan simple. Pero su simpleza hace que por sus espacios organizativos en blanco se cuelen ciertos inconvenientes.
Y esta chica, Agustina, era uno de estos inconvenientes que se suelen colar.
Matías: Bueno, con Matías todos nos la veíamos venir. Finalmente se casó con Mariana. No le quedaban muchas opciones, hay que reconocerlo.
Por un lado, porque de dejarla hubiera caído en una penosa soledad. Y hay ciertas personas que necesitan una compañía constantemente, ya sea como compañera, amante o líder. Mariana era más que nada esta última variante de compañía.
Pero bueno, por un lado estaba esta imposibilidad de quedarse solo, y por otra, cierta panza misteriosa que instigó comentarios hostiles de parte de quien posteriormente sería su suegro. Su suegro es grandote, aclaro.
Pero claro, pensar en la inconveniencia de un nacimiento fuera del matrimonio es algo un tanto frugal, considerando que vivimos en el siglo XXI, señoras y señores. Dentro de poco, ya no va a ser necesaria siquiera una aclaración como “señoras y señores”. La destrucción de pretéritas estructuras y dicotomías que comenzó allá por los sesenta a ponerse de moda, nos volverá una especie de continuum. Serán inútiles las distinciones entre hombres y mujeres, disfuncionales las categorizaciones raciales, y ridículas las morales.
Pero andá a explicarle eso al papá de Mariana.
Iván: Sé que Iván estaba haciendo el CBC para psicología. Es más, hace unos días me encontré con la hermana de casualidad en la estación de Morón, y me contó que había dejado, y que estaba trabajando. Voy a tener que usar esa información y ampliarla.
La cuestión es que con las materias básicas de la carrera de Psicología, con lo que ves en el CBC, más o menos, mal que mal, tenés un paneo general de la disciplina. Ayuda bastante tener una materia que se llame “Psicología”.
Es como tener la materia “Vida” en primer grado. Uno la cursa, ve más o menos de qué va la cosa, y si no le interesa lo que está tratándose en clase, se pega un tiro, o se da una sobredosis de aspirinetas, que son las únicas drogas que uno tiene a su alcance a los 6 años.
De modo que Iván, a sus veintiún años estaba frente a la vida, con cierto conocimiento de la psique humana, conocimiento que eventualmente se vería forzado a ampliar. Principalmente por el tipo de trabajo que consiguió:
Iván Moreno fue la atracción principal de un bar clandestino con strippers en Ramos Mejía, entrada solo para mujeres, diez mangos y tenés una consumición. Había una rush hour, no sé puntualmente cuál era, hasta ahí llegó la información que me dio el patova.
Diego Rodríguez: ¿Recuerdan lo que dije sobre esas personas que necesitan de una compañía? Bueno, Diego era una de ellas. Y su compañero resultó ser Julio, otro compañero de mi secundario, de quien no voy a decir nada, recordando las enseñanzas de la abuela de ALF.
Trabajó un tiempo como coordinador de viajes de egresados para una gran empresa de turismo estudiantil cuyo dueño comió en más de una ocasión en la mesa de mis abuelos, por ser amigo de mi tío. Un tipo macanudo.
Como sea, en eso andaba Dieguito. Tarjetas por acá, chamuyos por allá, guiños a colegialas, alguna apretada que terminaba satisfaciendo tanto la fisiología como a la economía personal… así fueron los primeros dos años del Diego en esa agencia.
Adquirió cierto renombre, cierto reconocimiento en las zonas aledañas, ciertos avistamientos por algunas personas que frecuentan esquinas de colegios para ganarse el pan de cada día. Estos sacros mercaderes y Diego no tardaron en cruzar sus caminos, y Diego no tardó en cruzar los caminos de los mercaderes con su trabajo.
Y salió todo MUY mal.
Diego Gallardo: O Gaya, para los amigos. De Gaya escuché rumores de un embarazo a una chica bastante menor a él (por favor recalquen por mi parte el “bastante”). La problemática que se plantea con estos rumores es si se los acepta como válidos, o se los rechaza por su ausencia de sustento material.
Tenía trece años la piba. Y bueno, por el oeste de la Provincia de Buenos Aires nunca faltan las fiestas nocturnas, en la casa de un vecino, en la casa de un primo, en la casa de un amigo, en la casa de un amigo de un amigo, en cualquier lugar. Es cuestión de voluntad propia. Salir y buscar una fiesta.
Y es provincia, vale todo. No todo todo, desde ya, no faltan los códigos, pero hay mucha soltura.
Así que de esta manera se planteó el escenario: cumbia al mango, vino y cosas dando vueltas, nada de drogas pesadas ni químicos heavies, estamos en una fiesta de pendejos de provincia. El poder adquisitivo es limitado.
Y entre grupitos y grupitos, está ahí Gaya, un tipo con el secundario casi terminado, ya grande, y con todas las ventajas sociales que representa eso. Salir con alguien de diecinueve cuando tenés trece, es sí o sí grosso. Por más que salgas con el más ñoño, el más aburrido, el más feo, el más lo que sea, o el menos lo que sea… estás saliendo con uno de diecinueve, eso es suficiente.
Y como TODO el mundo sabe, y Gaya le explica un tanto insistentemente a Gabriela, la primera vez no podés quedar embarazada. Por el himen, bloquea el semen, no hay la menor huella de riesgo.
Si no aflojaba con eso, le iba a decir que no se podía dar SIDA por sexo oral. Y así inventando poéticamente cosas hasta que pudiera poner algunos espermatozoides sobre alguien.
Pero aflojó con la primer poesía.
21 julio 2006
Lelio, sos un zopenco.
Filo.- Preguntábame Escipión qué pensaba yo acerca de cierta aparición de dos soles.
Lelio.- ¡Cómo, Filo! ¿Estamos ya enterados de todo lo que ocurre en nuestras casas o interesa a la República, para investigar lo que acontece en el cielo?
Filo.- ¿Acaso crees que no nos interesa mucho conocer lo que ocurre en nuestra morada, que no es precisamente la que constituyen las paredes de nuestra casa, sino que es tan vasta como el mundo, patria y domicilio que los dioses nos han dado para compartirla con ellos? Además, si ignoramos lo que pasa en los cielos, muchas y grandes cosas quedarían desconocidas para nosotros. Para mí, y a fe mía, para ti también Lelio, y para todos los amantes de la sabiduría, el estudio y la contemplación sola de estas grandes es inmenso goce.
Cicerón, De re publica, siglo I a.C.
Domingo, 11 am.
A cada brazada, a cada sacudida de mi cuerpo en la cama, despliego un cuadro de olores. Bailan en mis cuatro paredes los aromas del cigarrillo, el sudor, la marihuana, el vino volcado, el vómito de alguien que puede no ser yo. Todo brotando de la campera que aún llevo puesta, brotando de mis sábanas, brotando de mis poros. Exudo la noche del sábado. Transpiro gota a gota los recuerdos borrosos.
Como una curita con la sangre seca, me despego las sábanas y la campera; siento ese ruido a velcro imitado por mi piel pegajosa. Estoy sentado en la cama. Y el reloj al lado.
Son las once de la mañana de un domingo. Puedo haber consumido mi páncreas, dinamitado mi sistema nervioso, pero de todas maneras el organismo no abandona su rutina laboral. Son las once de la mañana de un domingo, y el imbécil de mi organismo me está diciendo que tengo que ir a trabajar, que son las siete de la mañana de cualquier otro día menos el domingo.
O me levanté y prendí un cigarrillo, o prendí un cigarrillo y me levanté. Es irrelevante. Subo el volumen del equipo de música, ya ni me acuerdo qué estaba escuchando la última vez. Que sea algo potente. Algo que me haga poner un pie en este departamento. Algo que me haga sentir poderoso, una canción digna de un momento cumbre en la película de mi domingo a la mañana.
Los Ramones, o los coros del “O Fortuna” de los Carmina Burana de Orff.
Algo así estaba sonando.
16 julio 2006
Qué hace la gente con tiempo libre y poder.
Y creyendo Troos Alastórida que le perdonaría Aquiles, y no le mataría, y se apoderaría de él vivo, movido de piedad hacia su juventud, corrió a abrazarse a sus rodillas, sin saber el insensato que el Peleida era inexorable y feroz, no dulce ni tierno. Y cuando suplicante abrazaba el troyano sus rodillas, Aquiles le alcanzó con la espada en el hígado, desprendiéndoselo. Negra sangre saltó del cuerpo de Troos y envolvió sus ojos la sombra de la muerte.
Y Aquiles alcanzó de una lanzada a Mulio, atravesándole el cráneo de una oreja a otra, y con su espada de pesada empuñadura, hendió por la mitad la cabeza del Agenórida Ekeclo; y humeó la espada mojada con la sangre, y la negra muerte y la Moria violenta cubrieron los ojos del vencido.
E hirió Aquiles a Deucalión en los nervios del codo, entorpeciéndole con la punta de bronce el brazo; y Deucalión permaneció inmóvil en espera de la muerte. Y Aquiles, de un mandoble, le cortó la cabeza, que cayó con el casco. De las vértebras escapóse la médula, y el tronco se desplomó en el suelo.
Luego Aquiles se arrojó sobre el bravo Rigmo, hijo de Pireo, que había llegado de la fértil Tracia. Y le clavó en el vientre su lanza, y cayó de su carro el hombre. Y cuando Areitoo, compañero de Rigmo, volvía riendas a los caballos, Aquiles le derribó también del carro, asestándole en la espalda una lanzada; y los caballos huyeron desbocados.
Cual vasto incendio que chirría en las gargantas profundas de árida montaña, haciendo arder todo el tupido bosque cuando el viento transporta la llama abrasadora, así corría Aquiles, semejante a un Demón, dando muerte a cuantos perseguía, y la negra tierra se empapaba de sangre.
Como yunta de bueyes mugidores que en redonda era trillasen la cebada, desgranándose bajo sus pezuñas las espigas, así, guiados por el magnánimo Aquiles, los caballos de cascos macizos hollaban cadáveres y escudos. E inundábase el eje del carro con la sangre, y los tableros salpicábanse de gotas de sangre escapadas de las ruedas y los cascos de los caballos. Y se hallaba el Peleida ávido de gloria y tenía bañadas en sangre sus invictas manos.”
Final del Canto XX de La Ilíada.
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La guerra es definitivamente una pelotudez.